domingo, 12 de diciembre de 2010

Esa rata quien la mata.

El otro día andaba yo relajado con los blogs, twiter y demás. La mañana iba a pedir de boca y las faenas de casa ya casi finiquitadas. ¡Momento TIC!.
Estaba preparando una entrada sobre recursos para conmemorar el Día de la Constitución y compartiendo juegos con mi hijo y sus dinosaurios.
Mientras, mi mujer estaba en la cochera en estas que:-¡Manolo baja!. Allí estaba yo:-¿Qué pasa?. Entre sorpresa y miedo:-¡Mira el capazo del bebé! Aclaro que esperamos un hijo para reyes.
En el capazo había indicios de que un roedor estaba anidando. Aplicando una lógica aplastante y una pericia propia de Sherlock Holmes sentencié: - Esto va a ser un ratón. Nótese que no dije una ardilla, castor o cualquier otro roedor.
¡Madre mía ! pensé: toca limpieza a fondo y a buscar el ratón, y a ello que me puse.
Luego de un buen rato de búsqueda llamamos a un verdadero experto, mi vecino Maqui, que ya ha tenido que vérselas con algún roedor que otro.
Tras una primera exploración ocular dijo:- Busquemos indicios Al poco, debajo de las escaleras en Mordor(que es como mis buenos amigos Paco y Elena llaman a su trastero), hallamos las pruebas (cagadas de rata).
Allí andábamos recolocando enseres: rulos, cubos, latas de pintura, abono para las macetas, ...y víveres D.O Soportújar: caquis, cebollas, aceite, patatas, tomates cherrys,... cuando, al final, en el último rincón tras el monitor de PC allí estaba el ratón (como no podía ser de otra manera).
Todos armados hasta los dientes (cepillos, fregonas, ...) y bien posicionados y el respetable (Conchi, Álvaro y Claudia) expectantes junto al coche.
-¡Quita la tabla y que salga por ahí!- Dijo Maqui. En esas que ...
Medio kilo de rata, gorda, fea y peluda salió de atrás del monitor. El que suscribe petrificado y la rata que pasa junto a Maqui y se va en dirección al coche. -¡¡¡Uaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!- Pedazo de salto. Récord Mundial de Salto de Longitud para una embazadada de ocho meses.
Y vuelta a empezar.
Sacamos el vehículo de la cochera. - Hasta que la rata no salga del motor no uso el coche.- dice mi señora.
Pues allí estábamos con el capó abierto y buscando, vigilando y rebuscando. Era para vernos, parecíamos cazadores en un puesto para perdices.
Casi las cuatro de la tarde y nada. Entonces dimos con la solución: un gato.

Trajimos un gato y lo situamos bajo el coche (por cierto era un gato hidráulico). Una vez levantado tuve que meterme debajo. Con mas miedo que siete viejas y usando una tapadera para que no salte el aceite en las frituras como yelmo ahí estaba yo. Sinceramente, aunque hubiera tenido a la rata delante de mis narices no la hubiera visto.
Salí del coche y ya pensábamos en otra opción tipo lavado a presión, fue entonces cuando ¡por fin! salió la rata. Saltó, corrió y se escondió en el motor de otro coche.
Los cazadores nos miramos, leve movimiento de cabeza. Por hoy nuestra faena terminó.
Moraleja: "Si quieres sacar de un coche una rata recurre a un gato (aunque sea hidráulico)."